Mi madre:
Camelia Villegas de Cestari nació en San Fernando de Apure un 21 de septiembre, fruto único del matrimonio de Manuel Villegas y Julieta Borjas. Su infancia y adolescencia transcurre en Maracaibo, La Victoria, Maracay y Caracas. Se gradúa de Bachiller en Filosofía y Letras en Maracay, título expedido en aquélla época por la Universidad Central de Venezuela. Estudios de Farmacia sin concluir, en la misma Universidad. Más tarde, realiza y concluye estudios de Laboratorio Clínico en el Instituto de Higiene. Al graduarse, se desempeña como Técnica de Investigación de la Cátedra de Patología General y Fisiopatología de la Universidad Central de Venezuela, bajo la conducción del insigne científico venezolano Francisco De Venanzi.
El 24 de diciembre de 1947 casa con el Dr. José Luis Cestari Finamore, brillante joven apureño recién graduado de Doctor en Ciencias Médicas en la Universidad Central de Venezuela, iniciando a su lado una vida plena de amor y profundas realizaciones.
En 1972, luego de haberse dedicado a procrear y formar cuatro hijos varones decide incursionar en las Artes Plásticas, afición que cultiva desde niña. Participa en multitud de exposiciones en el Estado Bolívar y Caracas, destacándose en las disciplinas “Oleo” y “Pintura sobre Porcelana”, logrando exaltar con su mágico pincel las bellezas naturales y urbanas de Guayana, su tierra adoptiva que quiso pintar en el lienzo de su corazón de esposa, madre y artista.
Fundadora del Movimiento Artístico Guayanés, Miembro Activo de la Sociedad de Pintores sobre Porcelana, Fundadora del Radio Club Venezolano, Seccional Bolívar.
Actualmente, continúa activa en bellos trabajos al óleo, preparando exposiciones, en fin, siempre inquieta, dando al universo entero su luz inmarcesible, su arte, sello indeleble de su verdadera vocación.
DR. JOSE LUIS CESTARI FINAMORE. SIEMPRE PRESENTE
Por: Humberto José Cestari Villegas
C.I. 8872836
Terapista del Lenguaje
En su escrito "Oración de un Padre", Douglas MacArthur, dice: "Dame, Oh Señor, un hijo que sea lo bastante fuerte para saber cuando es débil y lo bastante valeroso para enfrentarse consigo mismo cuando sienta miedo; un hijo que sea orgulloso e inflexible en la derrota honrada y humilde y magnánimo en la victoria. Condúcelo, te lo ruego, no por el camino cómodo y fácil, sino por el camino áspero, aguijoneado por las dificultades y los retos. Allí déjale aprender a sostenerse firme en la tempestad y a sentir compasión por los que fallan, que su corazón sea claro, cuyos ideales sean altos, un hijo que se domine a sí mismo, antes que pretenda dominar a los demás; un hijo que avance al futuro, pero que no olvide el pasado y que con humildad pueda recordar siempre la sencillez de la verdadera grandeza, la imparcialidad de la verdadera sabiduría, la mansedumbre de la verdadera fuerza. Entonces, yo, su padre, me atreveré a murmurar: NO HE VIVIDO EN VANO".
Cuando mi padre, cumplió 81 años de edad, en el ocaso de su vida, me puse a pensar que podría decirle y decidí escribirle una carta y contarle todo lo que lo quería y admiraba de él y todo lo agradecido que estaba por haberme conducido al hombre que soy hoy, podría decirle tantas cosas, pero entre otras posibles le escribí:
Papá, te extrañará que yo te escriba una carta en esta ocasión y yo también estoy extrañado de cómo antes, no se me ocurrió escribirla, siendo tan fácil hacerla, ya que no tengo nada que inventar, por que tienes todos los atributos positivos, que un ser humano pueda tener, ya que eres, trabajador, honesto, estudioso, dedicado, ordenado, metódico, decidido, responsable, amigable, generoso, conciliador, sociable, culto, educado, activo, con personalidad atractiva, optimista, emprendedor, agradable, creativo, valiente, buen líder, no eres egoísta y te gusta dar y compartir con los demás, siendo en tu vida personal un ejemplo de lo que es ser un buen hijo, buen amigo, buen esposo y para todos tus hijos, has sido un magnifico Padre, a quien debemos todo lo que somos hoy, mi mejor regalo para ti en esta ocasión es :"El reconocimiento", que Dios te bendiga y te dé salud y podamos tenerte por muchos años más.
Lamentablemente su tiempo en este tránsito que llamamos VIDA, cumplió su ciclo, como no concebimos la muerte de un ser amado me fue duro aceptar su partida, fue un tiempo de reflexión y de revisiones constantes. Tiempo que Dios deseó que así fuera para que descubriera al ser humano que hoy soy, no sé si soy mejor o peor, pero de lo que estoy completamente seguro es que “papaíto” vive , se comunica y me guía con mas certeza que antes. No sé cuanta distancia hay entre lo invisible y lo visible, tal vez, nada muere, sólo es un tránsito, una preparación, unos mas tarde, otros mas temprano. Lo que si es cierto es que hay un Dios y está en todas partes, solo debemos hacer silencio y acallar el ruido de afuera para poderle escucharlo dentro.
Es importante saber que vivir no es fácil, y que vamos almacenando “cositas” dentro de ese palacio que le hace a nuestro Señor mucho daño, cuando la humanidad entienda que no es un templo de cemento y arena el que alberga el espíritu santo, sino que cada uno de los seres vivientes somos cada uno expresión del Dios vivo, podremos vivir en Paz. De eso, se trata, un día no es igual a otro, y cada amanecer es diferente, lo importante del asunto es estar despierto para aceptar y aprender, y la lección viene de muchos sitios y muestra diferentes caras. Papá, en los momentos en que charlamos, me instruye cada día, porque fue Gran Maestro, sabio ser humano, con sus errores y aciertos, pero ahora libre de la atadura que nos da la distorsión de un mundo donde existe el estúpido empeño de hacernos vivir al borde del abismo, ahora desde donde está me abre los ojos cuando duermo, me habla al oído cuando dudo, me indica en mi mente lo que debo hacer con cada paciente que confía en mi para su rehabilitación, me impulsa a ser mejor y a enfrentar la vida con su obra, allí dejó un legado, una marca de fábrica: “DOCTOR CESTARI”, y como su hijo que soy honro su trayectoria con mi quehacer diario.
No te has ido Papá, aquí estás, mas vivo y presente que nunca en cada uno de los tuyos, que cuando el Señor que lo sabe todo, decida que te vayamos a acompañar, que se prepare la familia por que vamos a estar contigo, y un coro de ángeles será el marco donde nos besemos cantándole al amor… Te amo Papá.
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