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lunes, 12 de diciembre de 2011

Disgrafía: Dificultad que influye negativamente en el aprendizaje infantil


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La disgrafía afecta entre un 3 y un 10% de los niños de edad escolar


 La disgrafía es la dificultad para coordinar los músculos de la mano y del brazo en niños que son normales desde el punto de vista intelectual y que no sufren deficiencias neurológicas severas.
Esta dificultad impide dominar y dirigir el lápiz para escribir. La escritura disgráfica suele ser parcialmente legible, debido a que la letra del estudiante puede resultar muy pequeña o muy grande, con trazos mal formados.
El disgráfico no puede respetar la línea del renglón ni los tamaños relativos de las letras, puesto que presenta rigidez en la mano y en su postura. Incluso, en ocasiones puede llegar a escribir en sentido inverso, de derecha a izquierda.
Al igual que sucede con la dislexia (dificultad en la lectura que imposibilita su comprensión correcta), se plantea el problema de delimitar a los sujetos que presentan un trastorno de la escritura.
En primer lugar nos encontramos con niños que muestran dificultad para escribir palabras con buena expresión oral; en segundo lugar, niños que escriben incorrectamente las palabras y que tienen dificultades en la expresión oral, y, en tercer lugar, niños que escriben correctamente las palabras y que tienen dificultad en la expresión oral.
Detección
Es importante diferenciar entre las dificultades de escritura propias de una dislexia y entre dificultades de escritura específicas con alteración del mecanismo de la escritura.
Para detectar dificultades en la escritura se deben tener en cuenta los siguientes aspectos como el trazado, forma, legibilidad, fluidez y significado.
Este tipo de trastornos no se puede explicar por una baja capacidad intelectual, ni por una lesión o trastorno neurológico. Tampoco se considera que un niño tenga un trastorno de escritura cuando las dificultades para realizar un texto escrito se deban a una falta de escolarización.
Dado que se habla de un déficit en el aprendizaje escolar de la escritura y debido al curso académico en el que los niños suelen haber adquirido ya un adecuado aprendizaje de esta habilidad, los trastornos de la escritura no suelen diagnosticarse antes de los 7 años.
Niveles
Los problemas con la escritura se pueden presentar en dos niveles: en la escritura con palabras o en la redacción-composición, aludiendo a problemas en los niveles superiores de organización de ideas para la composición escrita.
Estas dificultades para la escritura de palabras pueden estar originadas por problemas en las rutas fonológicas (ruta indirecta, no léxica, que utiliza la correspondencia fonema-grafema para llegar a la palabra escrita) en palabras desconocidas y pseudopalabras, o en las rutas léxicas (llamadas también ortográficas, directas o visuales, que utilizan el almacén léxico-ortográfico, en el que se encuentran almacenadas las representaciones ortográficas de las palabras procesadas con anterioridad).
En la redacción, los problemas pueden estar causados por la incapacidad de generar ideas, de organizarlas coherentemente o escribir utilizando correctamente las reglas gramaticales.
Finalmente, pueden presentarse problemas motores debidos a una deficiente coordinación visomotora que impide la realización de movimientos finos o problemas en los programas motores responsables de la realización de letras.
La disgrafía afecta entre un 3 y un 10% de los niños de edad escolar; existen evidencias de que los pequeños que sufren este trastorno pertenecen con frecuencia a familias con antecedentes del mismo.
Etiopatogenia
Por lo general, estas dificultades se hacen notar cuando, en cursos más avanzados, se exige al niño que escriba rápido; el chico que escribe con la mano izquierda experimenta los problemas antes, debido a las anomalías posturales que le exige la escritura y que son incompatibles con una ejecución suelta y rápida, la presión del entorno para corregirles puede no hacer más que agravar el trastorno.
Una coordinación y precisión de los movimientos y de los gestos retardada con respecto a la edad está en la base de gran número de dificultades de la escritura, no obstante los test motores aplicados a los disgráficos no siempre son anormales; quizá fuesen necesarias pruebas más directamente relacionadas con la motilidad manual.
Zurdería: Dificulta la escritura correcta, además, muchos de ellos sufren un retraso de madurez motora y siempre se añade la inhibición emocional ante la excesiva presión del entorno.
Factores emocionales, inhibición. Al igual que sucede con el resto de aprendizajes escolares, los factores emocionales pueden desencadenar y perpetuar una incorrecta ejecución de la escritura.
Asociación a la dislexia. El retardo de madurez y la zurdería son también factores de dislexia, se comprende pues, que muchos disléxicos tengan dificultades para escribir.
Factores psicopedagógicos: tales como la imposición de un rígido sistema de movimientos y posturas gráficas que impiden al niño adaptar su escritura naturalmente a los requerimientos de su edad, madurez y preparación.
Intervención especializada
Los disgráficos no pueden escribir a velocidad normal. Por eso, los especialistas recomiendan no presionar a los niños afectados exigiéndoles mayor prisa.
La detección, diagnóstico y tratamiento de la disgrafía requiere de una intervención especializada, con instrumentos de evaluación que permitan establecer un cuadro clínico claro y preciso. Cuando los padres o el maestro advierten que el proceso de aprendizaje de la escritura presenta alteraciones, deben acudir a un especialista para establecer el diagnóstico adecuado.
Se recomienda que la terapia correctiva comience lo antes posible, puesto que los niños con disgrafía sufren en clase al no poder presentar los trabajos en forma correcta y prolija.
Características
Como características disgráficas se señalan dos tipos de síntomas relacionados. Los primeros, denominados signos secundarios globales, comprenden la postura inadecuada, soporte incorrecto del instrumento (lápiz, bolígrafo, etc.), mala presión del mismo o velocidad de escritura excesivamente rápida o lenta.
Por otra parte, los síntomas específicos, ponen su atención en elementos del propio grafismo como gran tamaño de las letras, letras inclinadas, deformes, excesivo espaciado entre letras o muy apiñadas, enlaces indebidos entre grafemas, letras irreconocibles y, en definitiva, texto de difícil comprensión.

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